EL
Rival Interior
Una
aproximación al Budismo Zen
Aquel
que conoce a otros es inteligente,
Aquel que se conoce a sí mismo es sabio… Lao Tse
El monje y el guerrero
Enseñanza Zen
Un guerrero fue a ver al maestro zen Hakuin Ekaku y le
preguntó: ¿Existe el infierno?, ¿Existe el cielo?, ¿Dónde están las puertas que
llevan a ellos?, ¿Por dónde puedo entrar?” Era un guerrero sencillo, los
guerreros suelen ser sencillos, sólo conocen dos cosas: La vida y la muerte. Él
no había venido a aprender ninguna doctrina, sólo quería saber dónde estaban
las puertas para poder evitar el infierno y entrar al cielo.

Si intentamos vivir,
moriremos
Si intentamos morir, viviremos
Si intentamos morir, viviremos
Sabiduría Samurai

Los
samurai y en general los guerreros japoneses, los bushi, hicieron algo más que
nutrirse del zen, lo convirtieron en su religión. Pero al mismo tiempo ellos
influenciaron a los monjes zen japoneses. A tal punto fue la fusión que en un
momento se llamó Osho, (maestros zen) a todo maestro de artes marciales ¿Qué
fueron a buscar los guerreros y que pudo darles el zen para que profesaran su
práctica durante siglos? ¿Y entonces, qué podría extraer un deportista del zen?
• En primer lugar el Zen les dio disciplina y fortaleza mental para el arte de la guerra.
• Les brindó una filosofía de vida muy cercana a la que los estoicos habían construido y adoptado siglos atrás (aunque el Zen era anterior al estoicismo y no conocemos si hubo influencias recíprocas). Indiferencia ante la muerte y a cualquier otro padecer humano. Eficiencia, valor y concentración eran los fundamentos psíquicos del combate.
• Aprendieron a distinguir lo esencial de lo intrascendente, la heroica muerte en combate o en el harakiri en detrimento del amor y apego a una vida que los apartara de su misión en este mundo. Esta misión consistía en ser una máquina de matar en función todo aquello que, según su código de honor, fuera una causa noble
• El Zen contribuyó a equilibrar sus emociones. Debían calmar la lógica angustia ante la muerte. Ordenadas sus emociones, adquirieron velocidad mental y concentración exclusiva en el combate. Los guerreros buscaban la muerte en lugar de evitarla, no eran suicidas sino algo muy diferente, iban a su encuentro para derrotarla. Estando ya en pelea no anhelaban otra cosa que morir gloriosamente. Recordamos la diferencia que hacemos entre buscar a la muerte (o a la derrota en el deporte) equivalente al vengador que va a buscar a al agresor que mató a su familia; y que diferenciamos de ir como objeto pasivo a la búsqueda de la muerte (o de la derrota). Existe una clara diferencia de actitud entre ambas posiciones.
¿Qué es el Zen? Intentemos un pequeño acercamiento. El
vocablo Zen deriva del sánscrito Diana, que se traduce como meditación, pero la
palabra concentración (o focalización) sería mucho más específica y apropiada.
El verdadero sentido se pierde en la traducción ya que para el occidental
meditar es sinónimo de pensar o reflexionar sobre un tema elaborando
pensamientos conscientes sobre su resolución, mientras que para el zen meditar
es vaciarse de pensamientos, es centrarse sobre la respiración o sobre un
objeto dejando de lado los pensamientos conscientes. Todo el sentido de la práctica
zen parece corroborar esta diferenciación que intentamos hacer y que nos
aproxima notablemente a los deportes donde la concentración es un componente
esencial.
Del
sánscrito al chino surgió Ch′an na y en japonés se transformó en Zen Na para
finalmente abreviarse en ZEN. El Zen no es un concepto elaborado sino
básicamente una búsqueda o una meta a alcanzar, esta se logra con la revelación
de la verdad o SATORI, que es la comprensión sorpresiva de la verdad. También
se puede entender como iluminación.
El Zen fue introducido en
Japón hacia el 1200 y tuvo una importante aceptación entre los guerreros samurai,
ya que ofrecía un método directo y concreto con un importante papel de la
disciplina. El Bushido, camino del guerrero, se nutrió así de un importante
contenido espiritual. ¿Cómo el budismo, que predica la dulzura y el respeto a
la vida pudo ser asimilado para un fin tan distinto a aquél para el que fue
concebido? El zen es un ejemplo de cómo algunas religiones pueden ser amputadas
de su esencia y desviadas de su fin primigenio. Los primeros monjes budistas
llevaban una escobilla para barrer el lugar donde se iban a sentar para no
matar ninguna forma de vida por más diminuta que fuera.
Las intervenciones del maestro deben ser entendidas en
esta dirección. Una respuesta Zen nunca es exactamente lo que se espera,
inevitablemente tiene un grado de desorientación, lo que implica que es una
verdadera respuesta ya que aporta una nueva perspectiva. Una enseñanza Zen
nunca es un punto de llegada, sino un punto de partida. El discípulo tiene que
desarrollar su propia subjetividad, el maestro nunca le entrega el conocimiento
como un producto terminado. Si el discípulo pide un pescado (la verdad) el
maestro le da una caña (el instrumento), pero primero le pega con ella (lo
despierta). En ese sentido tanto la interpretación psicoanalítica según Lacan
un medio decir, como el aforismo la verdad solo se dice a medias, coinciden con
este principio Zen, al igual que su frase el látigo del significante que pega y
despierta al observador.

Existe un relato sobre un
discípulo que pregunta insistentemente al maestro sobre el sentido de la vida,
el maestro no responde. En una ocasión el discípulo se agacha a tomar agua de
un arroyo, el maestro lo toma por la nuca y le hunde la cabeza en el agua
durante minutos. Al emerger el discípulo ha hecho una experiencia personal
donde vivenció el sentido de la vida, en cierto modo inexplicable
y que sólo puede experimentarse, es el deseo de vivir. En el Zen la teoría
nunca reemplaza a la praxis.
El
cuerpo es considerado algo principal y objeto de todos los cuidados posibles.
Encontró así en las artes marciales una similitud de objetivos. El cuerpo debe
ser un instrumento de nuestro pensamiento, un servidor y nunca un amo. Las
emociones deben seguir el mismo camino.
Buda
marcó un Octuple Sendero que es el siguiente, se lo enumera pero esto no define
prioridades o importancia dentro de los ocho caminos:
OCTUPLE SENDERO NOBLE
·
VOLUNTAD
·
LENGUAJE
·
ACCION
·
MEMORIA
·
MEDITACIÓN
(concentración)
·
MEDIOS DE EXISTENCIA
·
ESFUERZOS PERFECTOS
TRES VICIOS CENTRALES
·
ERROR
·
IGNORANCIA
·
AVIDEZ Y ODIO
· Hacer zaZen es hacer
concentración sentado, za (sentado) Zen (concentración) El samurai hace Zen
peleando, el deportista hace Zen jugando, el negociador hace Zen dialogando.
Hacer Zen es llegar a la esencia dejando de lado la apariencia. Es llegar a lo
central dejando de lado lo periférico. El entrenador hace Zen cuando en la
corrección del movimiento llegó al núcleo del problema. El psicoanalista hace
Zen cuando llega a la médula del síntoma, la pulsión (el impulso que le da
fuerza psíquica). Cuando el maestro de artes marciales hace el golpe lo hace
con la máxima economía de movimientos porque ha llegado a lo esencial, eso es
Zen. El tenista que adquiere destreza llega a la maestría del arte, pero para ser
campeón tiene que tener la mente Zen en los momentos cruciales y decisivos de
los partidos.
El arquero hace Zen cuando centra el disparo.
Introduzco un término nuevo que es Zentrar al modo del arquero. Hacer Zen es
Zentrar nuestra conducta, Zentrar nuestros pensamientos y nuestras emociones.
Este término nos permite darnos cuenta que podemos hacer Zen todo el tiempo y
no solo cuando hacemos zaZen, centrarnos sentados.
EL Zen tiene múltiples resonancias.
El Zen es dejar Actuar nuestra propia naturaleza o dejar actuar lo no mental
por puro reflejo.
En nuestra óptica, lo no mental es el ello purificado,
el propio ser que surge de la pulsión (ello, impulsos, instinto). El problema
es que muchas personas no pueden dejar actuar a su verdadero ser porque este
surge de forma descontrolada o actúa ciegamente en relación a las consecuencias
de sus actos. Este es nuestro concepto de Rival Interior, para dejarlo actuar o
jugar, es necesario pulirlo y prepararlo para la acción automática, para que
pueda fluir sin mente. En cambio, mientras más desbocado es ese potro (ello) la
mente debe conectarse una y otra vez para poder controlarlo y perdemos entonces
naturalidad y confianza en la fluidez espontánea.
En el budismo la flor de Loto simboliza el progreso
espiritual. Nace en el pantano pero emerge del barro con toda su belleza y
perfume.
El Mu Shin es un estado de
Mente vacía o Munem Mushin, no pensamiento, no mente. Son expresiones para el
estado de limpieza o claridad mental que se obtiene con la meditación zen. Originalmente
el ideograma “vacío” remitía a un cielo limpio, sin nubes. Así debe estar la
mente, libre de las pasiones u obsesiones provocadas por el egoísmo, la
ambición o la cobardía. El estado Mu ga: No yo, sin ego, se refiere al mismo
concepto de limpieza mental, pero enfatiza la privación de la voluntad consciente
para realizar un arte. Es algo que sale naturalmente, desde el mismo inconsciente
de la persona.
El Bushido tomó un fragmento del Budismo Zen, descartó
lo esencial, el respeto por la vida, y tomó el camino del Zen para llegar al
Bujutsu, el arte de la guerra. El Zen es acción y le dio al guerrero la
organización espiritual y mental que su arte necesitaba para ser más efectivo.
La férrea disciplina de los maestros espirituales era el único modo de ordenar
emocionalmente a una fiera salvaje como el samurai.
Hoy
el deportista que toma la vía del Zen, particularmente el desarrollado en el
Bushido, camino del guerrero, puede volver a alcanzar los principios del
Budismo, respeto por la vida y la paz, cerrando así un ciclo interesantemente
fértil, pero con todo el potencial guerrero que requiere el deporte. Esta
modalidad nos permite introducir el concepto de eudeumonía, el buen demonio, ya
que desarrollar extraordinariamente la valía, o agresividad sana en el deporte,
no nos convierte en malas personas, diríamos incluso que nos lleva al polo
opuesto, ya que dignifica y eleva nuestra agresividad derivándola hacia el
lugar donde puede estar sin lastimar al prójimo, la creatividad, la destreza y
el éxito.
Suzuki
nos dice que siendo la mente de los militares (y esta es una de las cualidades
esenciales del guerrero) relativamente sencilla y nada inclinada a filosofar,
encontró un espíritu favorable en el zen. Esta es, a su juicio, una de las
principales razones de la estrecha relación entre el zen y los samurai.
El Zen supone una realidad ilusoria que denomina MAYA
y es extraña para el occidental, pero Platón con su alegoría de las cavernas ya
nos mostraba un mundo ilusorio constituido por las sombras que proyectaba el
fuego y que confundimos con la realidad. Aunque en sentido más estricto su
planteamiento es que el mundo que percibimos a través de los sentidos permite
aprehender solo una parte de la verdad ya que si toda ella fuera revelada su
luz nos encandilaría y nos permitiría conocerla sin lastimarnos, simplificando
diríamos que para Platón los humanos vemos al árbol y no al bosque, pero
conocer a la verdad por un fragmento es también construir una realidad falsa o
ilusoria. El término psicoanalítico fantasma tiene la utilidad de mostrar que
entre nosotros y el otro se encuentran nuestros fantasmas que operan como
cristales con los cuales miramos el mundo. Veamos un ejemplo, un joven enfrenta
a su veterano ídolo que admira desde que era un niño. Entre el sujeto (el joven
jugador) y el Otro se encuentran los fantasmas del primero. Si no elimina estos
fantasmas, ganar le resultará imposible. Otra importante consecuencia de estas
posturas filosóficas en el ejercicio concreto de la práctica deportiva es que
no existen triunfadores que no tengan una excelente lectura de la realidad, y
desarrollan sus tácticas y estrategias en base a estas lecturas, podríamos
citar mil ejemplos de egocéntricos que confundieron su narcisismo con el mundo
real y fueron derrotados sin misericordia. Cuando un director técnico hace un
cambio de jugadores o de estrategia lo hace en base a una lectura de la
realidad tanto del oponente como de sus posibilidades tácticas, cualquier error
de percepción genera consecuencias concretas.
Nuestros fantasmas son los guiones imaginarios e inconscientes
que organizan y estructuran nuestra percepción y su relación con nuestros
semejantes. Operan al modo de un guión teatral donde somos personajes de una
trama que repetimos sin conocerla conscientemente, nos organizan una realidad
que es ilusoria pero que tiene consecuencias reales. Son programas mentales que
se construyen en nuestra primera infancia. Cambiando nuestros fantasmas
cambiamos la perspectiva con la que abordamos las relaciones con el otro. Conocer
esa programación de vida inconsciente y modificarla de acuerdo a nuestras
posibilidades y deseos es una manera de tomar el timón de nuestros actos para
dirigir el barco hacia su verdadero rumbo. Ejemplo: Un jugador con tormentosa
relación con su padre y del que sufría decisiones arbitrarias e injustas pierde
su estabilidad y concentración frente a un fallo equivocado y termina perdiendo
un set que hubiera debido ganar. También perdía partidos injustamente ya que
era superior a su rival, pero no podía desprenderse de los repetitivos
desenlaces semejantes a los de su infancia, donde terminaba perdiendo cada vez
que confrontaba con su padre. En otro caso un jugador había sufrido
humillaciones de niño y entraba en pánico ante la posibilidad de ser humillado
por el rival o por el público sufriendo una sensible merma en su juego en
momentos críticos.
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